En las primeras jornadas siempre hay sorpresas. Victorias inesperadas, la del Hércules al F.C. Barcelona (0-2). Partidos locos como el que disputaron Everton y Manchester United (3-3, los red devils ganaban 1 a 3 en el minuto 90). Equipos grandes que les cuesta coger el ritmo, el Bayer de Munichsólo ha ganado un partido de los tres que ha disputado. Y modestos que viven su momento de gloria, como el Chievo Verona en el Calcio. Un campeonato en el que los grandes están fallando y el líder, en solitario, es el humilde club de Verona.
Los entrenados por Stefano Pioli han sido los únicos capaces de solventar con victoria sus dos primeros compromisos. En la segunda jornada de los favoritos sólo el Inter venció gracias a un gol de Eto´o, mientras que la Juventus, la Roma y Milan pincharon de forma sorprendente. Especialmente dolorosa fue la derrota del conjunto rossonero en su visita al campo del recién ascendido Cesena. Silvio Berlusconi, presidente del club, no encajó bien la derrota: “Nos tocan árbitros de izquierdas”, aseguró. Sus dos últimos fichajes, Robinho e Ibrahimovic, entraron en la segunda parte, pero no pudieron hacer nada por evitar la derrota de su equipo. Con el presupuesto más alto de la Serie A, al final deberían estar más arriba del octavo puesto que ahora ocupan en la clasificación general a tres puntos del provisional líder, el Chievo.
Empieza la Liga. Un campeonato a la escocesa, salvo sorpresa. La pasada temporada se puso de manifiesto la diferencia entre el FC Barcelona y el Real Madrid y el resto de equipos. Muchos rivales dieron por perdido los partidos ante los dos grandes antes de disputarlos. Fue insultante. Este curso no parece que la situación vaya a cambiar y el ganador saldrá de estos dos equipos, como viene ocurriendo en los cinco últimos años, por un detalle. Porque sus plantillas son, sobre el papel y sin lugar a dudas, las mejores. Y aunque han rebajado su inversiones, no ha disminuido la calidad de lo contratado: Villa, Adriano y Mascherano, en un caso, y Canales, Pedro León, Di María, Kedhira, Özil y Carvalho, en el otro. Y cuentan con los entrenadores del momento, Pep Guardiola y José Mourinho. Dos estilos diferentes, pero con un mismo objetivo, ganar.
El catalán, en dos años, ha ganado siete trofeos. Un bagaje espectacular con un debut irrepetible e inédito en la historia del fútbol, en el que ganó todo lo que disputó. Seis de seis. Y la temporada pasada, aunque sólo logró la Liga, dejó la sensación de poder haber repetido. Por su parte, el portugués llega al Real Madrid por su palmarés: ha ganado la liga portuguesa, inglesa e italiana con el Oporto, Chelsea e Inter; diferentes copas en esos países; y, sobretodo, por haber conquistado la Champions con los portugueses e neroazzurris.
Ghana y Uruguay abren los partidos de los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. Uruguay esta recordando viejos laureles. La primera edición Jules Rimet se disputó en el país sudamericano y ellos fueron los vencedores finales al imponerse por 4 a 2 a Argentina. Veinte años después, y tras el impás provocado por la 2º Guerra Mundial, Uruguay protagonizó uno de los momentos más recordados de los mundiales, el ‘Maracanazo’, cuando se impusieron contra pronóstico en la final a Brasil, país organizador y máximo favorito. Desde entonces los uruguayos han pasado a un segundo plano internacional, hasta esta edición en la que han llegado a cuartos.
Pero hoy es Ghana la que puede hacer historia. La selección africana ha llegado a los cuartos de final de puntillas. Era de las selecciones del continente negro de la que menos se esperaba que hicieran algo importante en este Mundial. Su gesta recuerda a la que en Italia 90 logró Camerún liderada por Roger Milla, el delantero africano de los rércords: el goleador más veterano en un mundialcon 38 años y el jugador más veterano en disputarlo, cuatrto años después en EE.UU. Los cameruneses sorprendieron en el Grupo B (a priori dificilísimo con Argentina, la URSS y Rumanía) que lideraron: dos victorias y una derrota. El partido inaugural enfrentaba a Camerún con Argentina de Maradona, vigentes capeones y grandes favoritos, pero los africanos sorprendieron y se impusieron por 1 a 0 (Biyik). Empezaba la gesta de los ‘Leones indomables‘.
En las historia de los Mundiales Alemania e Inglaterra se han enfrentado en cuatro ocasiones en partidos directos. Esta, pues, es la quinta vez que se cruzan en una fase mundial. La primera vez en el Mundial de Inglaterra 66, el primero que fue retransmitido en directo vía satélite, en blanco y negro, y todo el mundo, como recuerda Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra, pudo ver “el show de los árbitros. Un juez alemán obsequió a Inglaterra el partido contra Argentina, mientras uno inglés regalaba a Alemania el partido frente a Uruguay”. Cómo se ve, los árbitros siempre, como hoy en día, en el ojo del huracán.
Así Inglaterra, liderada por Bobby Charlton, y Alemania, con el jovencísimo Franz Beckembauer, llegaron a la final, una de las más recordadas y en la que tampoco faltó la polémica. Tras 90 minutos, el partido acabó 2-2 en Wembley. En la retina, la imagen del Káiser disputando la prórroga con el brazo en cabestrillo. A los diez minutos de la prolongación llegó el gol fantasma más famoso de la historia: Hurst lanzó un trallazo que dio en el larguero y botó cerca de la línea de la meta alemana, aún no se sabe si entró o no, fue concedido como gol por el árbitro suizo del partido a instancias del asistente ruso y supuso el 3-2. Finalmente los ingleses hicieron el cuarto. Logrando así su primer y único trofeo.
La primera fase se ha terminado. Sin partidos memorables. Sin grandes goles. Pero han pasado cosas. Sorpresas varias, algunas broncas, otras tantas polémicas (centradas básicamente en el balón oficial y las Vuvuzelas), y muchas decepciones. Se esperaba más de los equipos africanos, ya que se presuponía que este iba ser su Mundial. Los equipos europeos han estado bastante flojos. Todo lo contrario que el continente americano, reflejo del trabajo bien hecho. Por su parte, Asia ha dado un paso importante clasificando a dos selecciones para octavos. Oceanía, por el contrario, sigue sin existir aunque Australia ha ganado un partido y Nueva Zelanda se ha ido sin perder. En cuanto a jugadores, dos son las grandes sorpresas-confirmación de lo que va de torneo, el alemán de origen turco Mesut Ozil y el japonés Keisuke Honda.
“El deporte es más poderoso que la política para derribar barreras raciales. Tiene el poder para cambiar el mundo y unir a la gente que apenas tiene nada”, proclamó Nelson Mandela. Un partido de rugby es el momento más trascendente de la historia de Sudáfrica. Un país que hasta 1994 estaba legislado por el apartheid, que establecía zonas delimitadas para blancos y negros: escuelas, hospitales, autobuses y el deporte, que tampoco escapó a las divisiones raciales.
Hoy se cierra el círculo que se empezó a trazar en 1995 con la organización del Mundial de rugby, que además ganaron. El deporte de los blancos, símbolo de la opresión y que Mandela supo utilizar como elemento de cohesión. En ese equipo había un negro, Chester Williams. En los Bafana Bafana, la selección de fútbol del país, hay un blanco, Mathew Booth. El jugador más querido por los aficionados. Las similitudes se quedan ahí, porque parece complicado ver a los sudafricanos más allá de los octavos de final.
Mundial de Estados Unidos. Estadio R.F. Kennedy de Washington.Suiza y España se enfrentan en octavos de final. Javier Clemente presenta un once plagado de defensas y sin delanteros para enfrentarse al combinado liderado por Chapuisat, el mejor jugador que ha dado el país alpino. No necesita más para imponer su juego y lograr una victoria holgada. 3-0. Hierro, a lo Beckenbauer, abrió el marcador. Luis Enrique y Goikoetxea sentenciaron al final de la segunda parte.
Los helvéticos ya no son aquella inocentona selección que sorprendió colándose en el Mundial del 94 con Ciriaco Sforza y Stéphane Chapuisat a la cabeza. Suiza es uno de los países que más han crecido en la última década. La irrupción de jóvenes figuras, que triunfan ya incluso en ligas de gran entidad, ha supuesto, sin lugar a dudas, una nueva perspectiva en el fútbol suizo.
Si alguien nos preguntara en estos momentos por cuál es el mejor equipo de África: lo más probable es que respondiéramos que Costa de Marfil. Si nos fijamos en las plantillas de los grandes africanos –Nigeria, Ghana, Egipto, Camerún…- nos damos cuenta de que todas tienen ‘a priori’ carencias que hacen dudar de su solvencia en los momentos más duros de una competición. Con Costa de Marfil no pasa. Y presenta una lista de veintitrés jugadores que ya quisieran para sí otros países del mundo con mucha más tradición futbolística sobre el papel.
Pero no siempre fue así. El salto de calidad se produjo en la Copa de África de 1992. comandada por dos fantásticos delanteros llamados Joel Tiehí y Youssouf Fofana se hacía contra todo pronóstico con la Copa de África en la final ante la Ghana de Abedí Pelé, Yeboah y Lamptey. Pero luego volvieron al segundo plano que siempre habían ocupado. Hasta que una generación extraordinaria de jugadores logró la clasificación para el Mundial de 2006.
La selección danesa es un combinado extraño. Por varias razones. Sólo ha jugado tres campeonatos mundiales (1986, 1998 y 2002), aunque en todos ha tenido actuaciones más que dignas. Lleva con el mismo seleccionador desde 2000, a pesar de que no se ha clasificado para importantes citas internacionales. Y ha sido campeón de una Eurocopa sin haberse clasificado para disputarla.
Ocurrió en 1992. La Eurocopa se disputó en Suecia y Dinamarca fue invitada para cubrir el hueco que dejaba Yugoslavia, excluida por la Guerra de los Balcanes. Eran los años en los que los fenómenos sociopolíticos y bélicos afectaban al este de Europa, tanto que la disgregación de la URSS provocó que su selección se presentara bajo las siglas de CEI (Confederación de Estados Independientes). Los jugadores daneses estaban gozando de las vacaciones cuando recibieron la noticia. Se prepararon a marchas forzadas y, casi sin hacer ruido, se metieron en semifinales. Eliminaron contra pronóstico a Holanda, campeona de Europa en 1988, y ganaron en la final a Alemania, campeones del Mundo en 1990. Y todo sin su estrella, Michael Laudrup. Pero con el un soberbio Peter Schmeichel, Morten Olsen (actual seleccionador) en defensa, el medio Kim Vilforty el delantero Brian Laudrup como esqueleto de la selección danesa.
“El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once, y siempre gana Alemania», lo dijo Gary Lineker tras perder ante los germanos en una de las semifinales de Italia 90. Ese año, todavía dividida, se proclamó campeona del Mundo tras imponerse en la final a la Argentina de Maradona (1-0). Da igual la plantilla que tenga, siempre está entre las mejores y su palmarés le avala como candidata en cualquier competición internacional de selecciones: 3 Mundiales (sólo por detrás de Brasil, 5, e Italia ,4) y 3 Eurocopas.
Joachim Löw, entrenador de la Mannschaft, buscará en Sudáfrica, con un equipo que mezcla experiencia y juventud, un nuevo título para un país que siente demasiado lejos la victoria en la Eurocopa de 1996. Por eso, y aunque es poco dado a los pronósticos a largo plazo, se ha marcado como meta el título. Sería la progresión lógica después de los puestos conseguidos en las dos últimas citas de selecciones (terceros en el Mundial que organizaron en 2006 y subcampeones en la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008). Para lograr su objetivo ha impregnado a su selección el estilo típico y que tan buenos resultados dio a los germanos en las décadas de los 70 y 90.
Pegado al palo 