CHIEVO VERONA, EL MILAGRO DE UN CURA

En las primeras jornadas siempre hay sorpresas. Victorias inesperadas, la del Hércules al F.C. Barcelona (0-2). Partidos locos como el que disputaron Everton y Manchester United (3-3, los red devils ganaban 1 a 3 en el minuto 90). Equipos grandes que les cuesta coger el ritmo, el Bayer de Munich sólo ha ganado un partido de los tres que ha disputado. Y modestos que viven su momento de gloria, como el Chievo Verona en el Calcio. Un campeonato en el que los grandes están fallando y el líder, en solitario, es el humilde club de Verona.

Los entrenados por Stefano Pioli han sido los únicos capaces de solventar con victoria sus dos primeros compromisos. En la segunda jornada de los favoritos sólo el Inter venció gracias a un gol de Eto´o, mientras que la Juventus, la Roma y Milan pincharon de forma sorprendente. Especialmente dolorosa fue la derrota del conjunto rossonero en su visita al campo del recién ascendido Cesena. Silvio Berlusconi, presidente del club, no encajó bien la derrota: “Nos tocan árbitros de izquierdas”, aseguró. Sus dos últimos fichajes, Robinho e Ibrahimovic, entraron en la segunda parte, pero no pudieron hacer nada por evitar la derrota de su equipo. Con el presupuesto más alto de la Serie A, al final deberían estar más arriba del octavo puesto que ahora ocupan en la clasificación general a tres puntos del provisional líder, el Chievo.

Curioso es el caso de este equipo del noreste italiano. Chievo no es una ciudad, es un barrio de la periferia de Verona que no llega a los 2.500 habitantes. La primera formación del club se remonta al lejano 1929 y en 1982, cuando Italia ganó su segunda Copa del Mundo, seguía siendo un club de aficionados que había sufrido varios altibajos en su corta y modesta historia. Las penurias económicas, en 1948, le obligaron a cambiar sus colores tradicionales, blanco y celeste, por el azul y el amarillo de unas camisetas que le salen gratis. Y en 1950 optó por retirarse del campo en un encuentro con el Bardolino después de recibir el séptimo gol para no prolongar la humillación del puñado de seguidores.

El club le debe todo al entusiasmo de un sacerdote, Silvio Venturi, que logró, en 1958, que la diócesis prestase fondos al club para crear un campo, construido enteramente por gente del barrio. Aunque la alegría no duró mucho. Ocho años después el campo es destruido por el desbordamiento del río Adige, pero los vecinos lo arreglan en un par de meses. El cura Venturi había construido la base de un equipo que logró su primer gran éxito a los 46 años de sus creación, cuando ascendió a Primera Regional en 1975. En los siguientes 20 años alcanza las competiciones más importantes del fútbol italiano.

En 1990 el Chievo sube a Tercera División. En 1994, a Segunda. En 2000 llega al barrio un entrenador de la zona llamado Luigi del Neri, ahora en la Juve, y conquista una plaza en la Serie A. Todos pensaban en una participación breve del equipo veronés en la máxima competición italiana, pero la realidad fue otra. Quintos en el debut en la categoría.

En las temporadas siguientes el equipo confirmó que sus resultados no eran fruto de un milagro o un sueño, sino de una buena organización, aunque su mayor éxito llegó de rebote. En 2006, logró un meritorio séptimo puesto, fue uno de los beneficiados por el Mogigate y le permitió disputar la Champions League. No pasaron de la fase previa, pero sirvió para que el estadio Bentegodi registrara un lleno histórico. Fue la única, y efímera, alegría de una temporada catastrófica que les llevó a la Serie B. Sólo estuvieron un año y los ‘asnos voladores’ (así decidieron llamarse los hinchas del Chievo después de que una canción de los aficionados del Hellas Verona, el otro equipo de la ciudad, decía que sólo se podía dar un partido en la máxima categoría entre los dos equipos si los asnos volasen) vuelven a verse por los puestos nobles del Calcio.

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